Mi trabajo surge de la observación de la naturaleza y de los procesos que determinan cómo se estructuran y construyen los seres vivos y el mundo inorgánico.

Esta ley fundamental se puede ver en las venas de una hoja, en el curso de un río y sus afluentes, en el sistema nervioso central de los seres humanos, en las corrientes oceánicas y en las rutas del tráfico de Internet.

Descifrar este lenguaje común, que conecta lo micro con lo macro y el mundo externo con el interno, nos permite distinguir un patrón que influye en los ámbitos inanimado, biológico, social y cultural. Nos afecta de manera continua, casi inconsciente, y rige aspectos tan cotidianos como nuestros desplazamientos por la ciudad y tan personales como el simbolismo de nuestros sueños. Su esencia reside en la forma en que las cosas fluyen por el camino de menor resistencia.

Mis procesos de trabajo implican una búsqueda en lo ancestral y lo artesanal, pero también en la ciencia, y en cómo estos mundos aparentemente opuestos no sólo pueden converger sino enriquecerse mutuamente, como he podido observar en el laboratorio. Como la mayoría, tengo una visión muy crítica del momento que vivimos como humanidad, pero creo que los procesos artesanales colectivos combinados con el conocimiento científico entrelazado con el arte son una manera de seguir buscando nuevas redes, nuevas respuestas o luces para seguir avanzando.